El virus del papiloma humano (VPH), constituye una amplia variedad de virus de ADN que pertenecen a la familia de los Papilomavirus. Es una de las enfermedades de transmisión sexual más frecuentes.
Se han identificado más de 100 tipos diferentes de VPH, que se nombran con un número. Una infección persistente por el sub-grupo conocido como de «alto riesgo», que incluye cerca de 13 tipos de virus VPH de transmisión sexual, pueden favorecer el desarrollo de displasia cervical; Esas son lesiones precancerosas y pueden progresar a cáncer invasivo.
Los más de 100 tipos virales distintos de VPH, son clasificados en tipos de "bajo riesgo" y "alto riesgo" según su potencial para causar cáncer. Los tipos de bajo riesgo, por ejemplo 6 y 11, suelen causar verrugas genitales, mientras que los tipos de alto riesgo están asociados con un mayor riesgo de desarrollar cánceres como el cáncer cervical, anal, vulvar, vaginal, de pene y orofaríngeo. Los tipos de VPH más comunes asociados con el cáncer cervical son los tipos 16 y 18.
Las verrugas genitales o anales (Condilomata acuminata o verrugas venéreas) son los signos más reconocidos de esta infección del VPH genital. Aunque hay una amplia variedad de tipos de VPH que pueden causar verrugas genitales, los tipos 6 y 11 dan cerca del 90 % de todos los casos.
Algunos tipos «cutáneos» de VPH, como las VPH-1 y VPH-2, causan verrugas comunes; encontradas con frecuencia en cuello, manos y pies, pero pueden aparecer en otras áreas, como rodilla y codo. Estas verrugas tienen una superficie característica de coliflor, y típicamente elevada ligeramente por encima de la piel circundante. Los tipos cutáneos de VPH no suele causar usualmente verrugas genitales y no se asocian con el desarrollo de cáncer.
Los tipos de VPH que tienden a causar verrugas genitales no son los mismos que causan cáncer cervical. Sin embargo, desde que un individuo puede infectarse con múltiples tipos de VPH, la presencia de verrugas no es regla de que esté ausente la posibilidad de la presencia de tipos de alto riesgo del virus.
El VPH se transmite principalmente a través del contacto piel a piel durante las relaciones sexuales, incluyendo el sexo vaginal, anal y oral. Alrededor de treinta a cuarenta tipos de VPH se transmiten de esta manera y afectan la región anogenital. La infección persistente con tipos de VPH de alto riesgo puede provocar lesiones precancerosas y, eventualmente, cáncer invasivo, siendo el cáncer cervical el más comúnmente asociado al VPH.
Sin embargo, también puede transmitirse por contacto no sexual, como el contacto manual con lesiones cutáneas infectadas. Es importante destacar que el VPH puede transmitirse incluso cuando no hay signos visibles de infección, lo que dificulta su prevención y control.
La mayor parte de las infecciones con VPH en mujeres jóvenes son temporales, y tienen poca importancia a largo plazo. El 70% de las infecciones desaparecen en 1 año y el 90% en 2 años. Sin embargo, cuando la infección persiste ―entre el 5 y el 10 por ciento de las mujeres infectadas― existe el riesgo de desarrollar lesiones precancerosas en el cuello del útero (el cérvix), que puede progresar a cáncer cervical invasivo.
El diagnóstico de las infecciones por VPH se realiza mediante pruebas como el Papanicolaou, la inspección visual, colposcopia y biopsia, así como los tests de ADN. El tratamiento se basa en la eliminación de las lesiones precancerosas mediante cirugía de conización cervical o el uso de cremas tópicas antivirales. Las vacunas contra el VPH pueden prevenir la infección con los tipos de VPH más comúnmente asociados al cáncer cervical.
La prevención de las infecciones por VPH se centra en la educación sobre la salud sexual, el uso de preservativos y la vacunación. Aunque los preservativos pueden reducir el riesgo de transmisión del VPH, no ofrecen una protección completa debido a que no cubren todas las áreas infectadas y pueden ser usados incorrectamente. Las vacunas contra el VPH son una medida preventiva efectiva, especialmente cuando se administran antes del inicio de la actividad sexual.
Actualmente no existe un tratamiento específico para la infección por VPH. Sin embargo, la infección viral, por lo general, se anula a sí misma a niveles indetectables. De acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, el sistema inmunológico del cuerpo elimina el VPH naturalmente dentro de dos años para el 90% de los casos. Sin embargo, los expertos no están de acuerdo en si el virus se elimina completamente o se reduce a niveles indetectables, y es difícil saber cuando es contagiosa.
En resumen, el Virus del Papiloma Humano es una infección viral común pero potencialmente grave que puede tener consecuencias significativas para la salud si no se maneja adecuadamente. Es fundamental aumentar la conciencia sobre el VPH, promover la vacunación y garantizar el acceso equitativo a la atención médica y las pruebas de detección. Al hacerlo, podemos trabajar juntos para reducir la carga de enfermedad asociada con el VPH y proteger la salud y el bienestar de nuestras comunidades.
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